Me es difícil pensar en una canción más conmovedora, desgarradora, hermosa… perfecta. Monumental en toda su extensión, “Starless” (la última canción que editara KC en los 70’s) se ha convertido en un himno progre alrededor del orbe y la mejor muestra que una canción no tiene que trata de desamores para llevarte a las lágrimas.
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Desde el inicio, cuando las primeras notas ponen de manifiesto su cadencia sublime, sabemos que estamos frente a un temón. Poco a poco la guitarra de Fripp se encarga de transportarnos al lugar más oscuro de nuestras cabezas, donde sólo reina la desesperanza (porque a veces está bien sentirse mal, a veces es necesario “disfrutar” del dolor) para mostrarnos que también existe belleza en las emociones negativas, que en realidad no somos felices - lo único que tenemos son momentos de felicidad efímera – en fin… nos enseña la esencia de la vida misma.
Desde el inicio, cuando las primeras notas ponen de manifiesto su cadencia sublime, sabemos que estamos frente a un temón. Poco a poco la guitarra de Fripp se encarga de transportarnos al lugar más oscuro de nuestras cabezas, donde sólo reina la desesperanza (porque a veces está bien sentirse mal, a veces es necesario “disfrutar” del dolor) para mostrarnos que también existe belleza en las emociones negativas, que en realidad no somos felices - lo único que tenemos son momentos de felicidad efímera – en fin… nos enseña la esencia de la vida misma.
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La canción progresa y nos vemos atrapados por la insania de las guitarras de Robert, con su banda acompañando en pleno, hasta que se desata la locura máxima: un instrumental desquiciado liderado por un saxo rabioso, jazz de primera categoría, seguido de distorsión, más distorsión y… justo al final del corte regresa el riff principal, lleno de emociones, un riff de lo más puro, perfecto y absolutamente exquisito, lo mejor de la vida, que lo dejará a Ud. estimado oyente con todos los pelos de punta y con una apremiante sensación que ya nada volverá a ser igual, que ha cambiado, algo se rompió muy dentro suyo… abra los ojos, es Ud. otra persona, acaba de escuchar el mejor final de una canción que haya podido crearse. Gracias Robert Fripp y cia. por enseñarnos que en la miseria también podemos encontrar felicidad.
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100% recomendado.